La estética de lo simple | Aesthetics of the simple
En el cine un plano es un argumento. Si está bien planteado, es todo un universo en sí mismo.
A la hora de crear descubrí que cuando uno siente que ya están sobre el tablero todos los elementos para contar nuestra historia, llega el momento de retirar hasta que solo quede lo esencial.
Es la estética de lo simple, vaciamos nuestro lienzo y cada uno de los detalles que permanecen cobran más relevancia, más sentido. En nuestros personajes las miradas empiezan a importar más hasta convertir cada gesto en algo determinante y repleto de significado. Las elipsis y los silencios se agrandan hasta dibujar el cosmos de lo que no se ve. Es la escritura de lo sutil, tierra fértil de la poesía, la evocación y la magia de líneas sin cerrar que permiten al que lo ve, imaginar esas figuras.
En el año 2002, en una liga de debate universitario me tocó defender los argumentos en contra de la guerra de Irak, sintiéndome cargado de razones, saqué más de diez motivos en contra… y sentía que tenía muchos más. Demasiadas ramas dejaron un discurso enmarañado. Perdí el debate y como siempre, cada derrota es una genial enseñanza: Allí aprendí que para un buen plato no hacen falta muchos ingredientes, sólo que sean de calidad. Lo bueno puede no estar dejando espacio para lo sobresaliente, en la estética de lo simple, menos es más.
Seguramente sobran palabras para explicar todo esto así que lo dejaré aquí: pimiento verde, tomate, sal y aceite de oliva. La salsa de tomate de mi madre. No conozco mejor receta. Puedes ponerle más, pero si es excelente, no lo necesita.